Para no ser tan cansón con el tema de los candidatos a gobernar este país, que mueren todos los días por culpa del sistema de inseguridad electoral, que no controla nada, pero sí permite de todo, como por ejemplo que un candidato a la presidencia de nuestra República caiga preso de las balas en su cabeza, se resista morir y fenece a los sesenta días, cuando fue desconectado en la Clínica Santafé de Bogotá. Todos los rezos, oraciones y plegarias no bastaron para que el hombre del Centro Democrático, perdiera la lucha contra la muerte. Así como Jorge Eliecer Gaitán, Luis Carlos Galán Sarmiento y ahora: Miguel Uribe Turbay, ultimados en plaza pública, pueden reutilizar el florero de Llorente, para comenzar otra batalla de Boyacá, esta vez con odio a los mismos guardias de seguridad, que inexplicablemente se fueron de vacaciones y tan sólo tres de ellos cumplieron con la cita del candidato.Foto facebook.
Duele eso sí, que muchos llamados: Padres de la Patria, se escondan entre pésames y abrazos en plena Catedral Primada, dando cabida a la hipocresía de sentir mucho dolor por el precandidato y su familia, cuando ha girado algunos dineros, para el pago a los sicarios, que han sido presos de manera inmediata, por las autoridades competentes, donde se ha manifestado que hay por lo menos otras cinco personas, involucradas en esta terrible circunstancia, que enluta no sólo a nuestra Nación Suramericana, sino que también ha puesto en el ojo de la serpiente política, los métodos con que se dirimen las contiendas partidistas.
Vivir a los seis años la muerte, también violenta, de su señora madre, Diana Turbay; deja a la desazón democrática los interrogantes de un "rescate" improvisado, que sólo dejó mal libradas a las fuerzas del orden público, como los malos de la película . Volviendo a repetir en carne propia la crueldad programada veinticinco años después. Nadie dice nada, todos se alistaron para la despedida. Otro niño que sin saber qué ocurrió y el por qué, pierde su dicha , su felicidad paterna, en un mundo lleno de patrañas, maquinarias, grupos y decisiones, elocuentes de una política corrupta, dirigentes hambrientos de dinero y poder, y de una sociedad que no tiene memoria, pero sigue infranqueable, sometida y esclavizada a las determinaciones de los partidos tradicionales, que siguen utilizando al constituyente primario, como conejillos de India, sin tener la oportunidad de escoger libremente a sus representantes.
La contienda electoral continúa su camino, pese al personaje desaparecido. Hoy ya es un recuerdo trágico, como muchos en nuestro país. Se sigue enarbolando los colores de nuestra bandera, especialmente el de la sangre de los héroes, que entregaron su vida por hacer de nuestra República, un lugar acogedor, amplio, solidario, democrático, libre, justo y seguro. Que la Presidencia, la Cámara, el Senado, la Corte Suprema de Justicia, la Corte Constitucional y las demás entidades del gobierno hagan de Colombia la Nación pujante, desarrollada, culta y moderna, para los 54 millones de habitantes, que aún están esperando un futuro mejor.
LES CUENTO UNA MINIHISTORIA
El abuelo de Miguel de Piamonte, un hacendado bumangués, prometió que a todos sus hijos , nietos, bisnietos y tataranietos, les dejaría parte de la finca, para que cada cual siembre y ponga a producir ese suelo tan maravilloso, ubicado en Pie de Cuesta (Santander). El momento de la despedida de este mundo llegó, para don Jacobo Piamonte. Sus tierras estaban fértiles y apropiadas para el cultivo de café, plátano, frutas, vegetales, arroz, y hasta para la ganadería. Cerca de tres mil hectáreas, debía repartir entre los veinte miembros de su familia. La mitad de ellos,, siendo profesionales no querían seguir los pasos de su abuelo. La otra mitad manifestó que lo mejor era vender las tierras. Al oír esto, don Jacobo se molestó mucho, a tal punto, que decidió regalar sus tierras a una cooperativa, que organizaba a los campesinos de la región y a la cual le dio la potestad de repartir la finca, sólo para quienes cultivaran. La situación dejó sin aliento a sus familiares, que lloraron esta desgracia.
Encuentre la palabra escondida. PRETOFECNI.
