En momentos en que los humanos han destapado lo que tenían oculto, con relación a sus placeres mundanos, al llamado pecado por apetito carnal. Sólo podemos advertir que estamos aterrados los padres de familia en todas las clases sociales, a raíz del comportamiento tan inconsciente de los nuevos progenitores que al no tener responsabilidad, dejan a su pareja. Todo por miedo a criar al nuevo ser pequeño, tierno y extraño. La salida al problema es el aborto, la adopción o el entregarlo a la calle.
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Recomendar consejos, sin conocer la personalidad de cada ser humano, sería botar el metal precioso en argolla de lata. Nadie puede tener ni sentir la misma experiencia, pues cada uno piensa diferente, actúa distinto y reflexiona de manera solitaria. No todos deciden abortar, mientras existe en el mundo soluciones mejor diseñadas, más tratadas en lo psicológico y anímico del ser mortal. En la sociedad moderna la pareja indecisa toma como respuesta el dejar su hijo en manos del Bienestar Familiar; otros le regalan la creatura a un buen amigo; otros lo enmarcan en familias del exterior; y los menos recursivos, lo abandonan en una Iglesia, o a la entrada de una vivienda de recursos superiores.Todo es un mar de dudas, sin saber qué le conviene al niño(a). La verdad mejor sería que nuestra juventud, en lugar de estar creando problemas, debiera prepararse mejor para formalizar una unión marital, por la Iglesia o por lo civil. Aunque esto no desplaza a los jóvenes del inconveniente de criar a una personita, indefensa y permeable, fácil víctima de los antisociales.
Muchachos es mejor decir no, a la relación íntima, sin preservativo. El mejor de todos es tener personalidad y la conciencia bien puesta para rechazar la invitación indecente. O llevar a la mamita de alguno de los dos para que se haga en medio, en la función o el sitio de recreación. Así podemos evitar embarazos forzosos e inesperados, prematuros o impertinentes.
El ver parejas de niños entre los doce y quince años, con muñecos de verdad, rompe el alma y rasga la conciencia de los padres, convertidos en abuelos, que a veces se hacen responsables de la ineptitud de sus hijos, para que la llamada sociedad no los critique o trate de apocarlos en su tarea formadora de seres propicios para la comunidad.
Con lo anterior, sólo hemos esbozado la parte visual de los padres novatos. Aquellos que lloran su experiencia y se sienten frustrados, para continuar sus estudios secundarios o de universidad. Las mujeres son las que más pierden autoestima, advirtiendo que su cuerpo, su tiempo y sus dones se hacen a un lado, se olvidan mientras sale avante con su retoño. En la mayoría de los casos, la oportunidad de adquirir un título se hace imposible, no sólo por la capacidad económica, sino por el tiempo escaso para dedicar su atención a la carrera profesional. aquí la dualidad, o descuida la crianza o abandona el estudio.
Para terminar, basta indicar que las etapas han cambiado y que la juventud de hoy, no piensa en tener hijos, sino en disfrutar del mundo y la vida... en paseos, bailes, comidas, estudio, adquirir sabiduría y por último, ser solidario con los demás congéneres. Tener novio, organizarse en pareja, vivir bajo el mismo techo, casarse por la iglesia o por lo civil, o en unión libre, necesita de un esfuerzo concienzudo, reflexivo, emocional y psicológico, que genere un dúo socio-económico fuerte y sólido, que permita a la pareja desarrollarse como una familia ejemplar con dudas y sufrimientos resueltos dentro del marco de lo racional y divino.
ENCUENTRE LA PALABRA ESCONDIDA... Pocracihar
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